«Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.» – Génesis 22:5
Me resulta interesante meditar en el verdadero significado de la palabra adoración, y en qué contexto se utilizó por primera vez desde el mismo libro de Génesis. Es inquietante que muchos cristianos no comprendan en su totalidad su verdadero significado.
En Génesis 22 encontramos el relato de Abraham, entregando a su hijo Isaac como objeto de sacrificio. En este versículo se registra por primera vez la palabra. Es evidente que en esta difícil prueba no habían directores de alabanzas, ni música que los acompañara. La razón es simple: la verdadera adoración se fundamenta en la obediencia a Dios y a su Palabra y no únicamente en expresiones musicales y artísticas. La adoración cristiana es mucho más que cantar hermosas letras acompañadas de sublimes melodías y ambientes musicales.
Cuando Abraham dijo: «Yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos». (v. 5). La biblia nos enseña que la adoración no se trata únicamente sobre el tipo de canciones que cantamos en nuestras reuniones dominicales, ni de nuestra propia liturgia o formas. Por el contrario, la verdadera adoración es más profunda. Tiene que ver más con la manera en cómo respondemos al constante llamado de Dios de ir, hacer, hablar, dar, etc. Con un corazón obediente. Estas características son las que diferencian a un adorador verdadero de entre la multitud.
Roguemos al Padre nunca confundir la posición de servicio que hemos recibido en el cuerpo de Cristo, con el gran privilegio de ser considerado un verdadero adorador ante los ojos de Dios. Porque tales adoradores Dios busca que le adoren.
Emmanuel De La Rosa
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Emmanuel De La Rosa 